Es fácil leer artículos sobre el crecimiento del sector en la ciudad, la llegada de grandes empresas online al barrio, los sueldos de ensueño que puede cobrar un desarrollador web, el fulgor de las startups, las cantidades astronómicas que se pagan por algunas de ellas, el ecosistema inversor, los pinpones o futbolines en las oficinas, fruta fresca gratuita a diario, las mesas ergonómicas que suben y bajan, trabajar en pijama desde casa…
A lo largo de nuestra relación con nuestros estudiantes (incluso antes o después del curso) queremos compartir con ellos nuestra forma de entender los valores, prioridades y principios del sector y su profesión. Trasladarles nuestra experiencia en el mercado laboral forma parte del sello de ISDI Coders.
Rockstars, cárnicas…
El sector viste a los programadores web con palabras como rockstar, ninja, gurú, samurai, etc. Incluso nosotros a veces hablamos con anglicismos como skills, developer… pero en ISDI Coders escogemos y preparamos a nuestros alumnos para que sean, sencillamente, buenos programadores web junior.
Más allá de palabras que pueden dar juego a distintas interpretaciones (¿qué es ser un rockstar?) utilizamos estudios salariales sobre programadores para poder comparar las medias salariales de nuestros alumno en los primeros años de sus carreras. Creemos que nuestros alumnos son «buenos programadores junior» porqué la mayoría entra al mercado laboral en las franjas salariales más altas en su rango de experiencia.
Algunos de ellos llegan a la escuela con los típicos estereotipos del sector: «tal o cual empresa son cárnicas». Parte de nuestra labor es la de explicarles que este tipo de empresas son perfectas para determinados tipos de estudiantes (proyectos variados, equipos multidisciplinares) y recomendárselas si así lo consideramos. De hecho, un 3% de nuestros estudiantes de 2018 terminaron trabajando en empresas de esta categoría.
¿Todos los alumnos ganan lo mismo?
Pasar por una escuela como ISDI Coders asegura un nivel muy alto de aprendizaje, pero no todos los alumnos que salen de la escuela lo hacen con un sueldo igual. No tiene sentido que todos los alumnos lleguen al mercado laboral pidiendo el mismo salario. ¿Y si deberían estar por encima? ¿Y si deberían estar por debajo? Estar fuera de la franja salarial adecuada es una muestra de muy poca profesionalidad y desconexión con la realidad del sector.
Por eso analizamos los salarios de nuestros antiguos alumnos y seguimos las tendencias salariales del sector. De este modo ofrecemos a los estudiantes una horquilla salarial adecuada a su perfil al salir del curso de programación. En esta gráfica mostramos la distribución de los alumnos de 2018 en sus franjas salariales. La media es de unos 22.700€, pero no todos están en esa cifra. Dos datos son muy relevantes en esta gràfica: sólo un 5% de nuestros alumnos quedó con salarios por debajo de 18k€ y que conseguimos llevar a un 68% de nuestros estudiantes a salarios entre 20k€ y 25k€ (100% con contratos indefinidos en España).
Es muy importante que las empresas vean que cada alumno tiene unas expectativas salariales adecuadas a sus capacidades. Afortunadamente, la horquilla salarial es lo suficientemente amplia como para que cada uno encuentre el sueldo adecuado al nivel conseguido. Nuestra labor es la de prepararles lo suficientemente bien para que puedan hacer crecer su horquilla.
Romper el paradigma de los «años de experiencia»
Medir la capacidad de un programador solo por el tiempo que lleva en el mercado es una medida fácil que no evalúa las capacidades adquiridas. Creemos que los años de experiencia no importan tanto como lo que se ha hecho a lo largo de ese tiempo. Con humildad, enseñamos a nuestros estudiantes a ser conscientes también del nivel que han adquirido y a valorarse a si mismos por la calidad de su código.
Cada semana interactuamos con empresas que quieren incorporar a nuestros alumnos. Hablamos con responsables de selección y líderes técnicos, habituados a hablar con programadores a diario. Muchos de ellos se sorprenden del nivel de nuestros estudiantes cuando realizan pruebas técnicas: en pocas semanas obtienen un nivel superior al que ven en algunos programadores con uno o dos años de experiencia.
Las distintas pruebas de código que forman parte de los procesos de selección ayudan a que cada uno pueda mostrar su capacidad, independientemente de la cantidad de experiencia. Enseñamos a nuestros alumnos la importancia de las pruebas de código y a desplegar su conocimiento en ellas.
Futbolines, bonitas vistas o plátanos
Creemos que en los inicios de una carrera como programador, lo más importante que deben buscar nuestros alumnos en su primera empresa es el equipo (su composición y métodos de trabajo), el acompañamiento a un junior (como se le rodea, revisiones salariales), la variedad en las tecnologías, la solidez financiera de la empresa, etc.
Elementos como fruta fresca, mesas de ping-pong, futbolines, billares, deberían quedar en un segundo o tercer plano en el momento de la elección. La posibilidad de desarrollarse en una empresa pasa por delante de elementos más accesorios.
En todas partes cuecen habas
En cualquier empresa (tecnológica o no) hay problemas, dificultades, procesos poco afinados, código demasiado antiguo, personas con las que quizás no nos llevamos bien, etc. La necesidad de conseguir talento tecnológico hace que nuestros alumnos reciban tentadoras ofertas casi a diario. Es muy fácil que un programador escuche cantos de sirena sobre mejores condiciones salariales, proyectos así o asá, tecnologías distintas, etc.
Como escuela queremos dar a nuestros alumnos la perspectiva que a muchos quizás les falta. La hierba no siempre es más verde en el jardín de al lado. Es importante poner en valor lo que uno tiene, investigar bien las opciones y sopesar bien los pros y contras de cada una.