El confinamiento causado por el COVID-19 ha hecho que el mundo educativo haya topado con una nueva realidad: las escuelas han tenido que cerrar y la formación presencial no es posible por imperativo legal y sanitario. Esto ha puesto sobre la mesa un tema que llevaba años gestándose, creciendo lentamente y ahora ha sido el foco de muchas conversaciones.
Aunqué parezca que ha habido una revolución, esta situación ha puesto sobre la mesa formas de distribuir contenidos y de relacionarse que ya existían.
Zoom, la herramienta que ha soportado miles de conversaciones profesionales, familiares, etc. nació en 2011 y esta situación ha hecho que su valor en bolsa haya aumentado un 150% desde enero de 2020. Youtube nació en 2005 y ha sido la plataforma que, durante muchos años, ha distribuido (entre muchísimas otras temáticas) vídeos formativos sobre distintas tecnologías. La UOC (Universitat Oberta de Catalunya), se creó en 1994 y desde entonces ha sido un referente en formación universitaria online.
¿Hace falta que todos los alumnos consuman a la vez un mismo contenido? ¿Hace falta que un profesor tenga que repetir siempre lo mismo? ¿Puede una persona compaginar vida profesional y seguir formándose? ¿Los niños pueden aprender desde casa? Pararse a reflexionar sobre como enseñamos a distintos colectivos ha sido obligado ahora y nos hace replantear modelos que quizás pueden «modernizarse», pero también implica entender bien los pros y contras de cada herramienta y tener perspectiva del global de un proceso educativo.
Lo que es innegable es que en cualquiera de los sistemas utilizados para la formación online nos encontramos con un hecho: la educación en remoto pone barreras y en algunos casos incluso anula la interacción bidireccional entre los docentes y los estudiantes. La posibilidad de hacer llegar la educación a públicos más grandes puede generar despersonalización. Entonces surgen las siguientes preguntas: ¿en qué momentos es más o menos importante un nivel alto de interacción entre profesores y alumnos? ¿En qué momento un estudiante no necesita un apoyo frecuente? ¿Se requiere una atención personalizada o se puede automatizar?
Distintos tipos de educación online
Debajo del paraguas de «educación online» o «e-learning» hay, principalmente, dos formas de distribución de contenidos: formación asíncrona y síncrona. Cada empresa y cada alumno tomarán la más les convenga para sus circunstancias. Cada una tiene su propósito y todas tienen sus pros y sus contras: mayor o menor adaptación del temario al grupo o al alumno, ritmo de aprendizaje, sinergias de grupo, frecuencia de interacción con el profesorado, etc.
Formación asíncrona
En general, la palabra «asíncrono» describe objetos o eventos que no están coordinados en el tiempo. Por ejemplo, que profesor se grabe en vídeo impartiendo una clase, se cuelgue en Youtube y los alumnos puedan visualizarlo en cualquier momento, un podcast, etc. O, más simple y tradicional, un libro de texto que los alumnos pueden estudiar en casa.
Hay miles de recursos online para aprender sobre infinidad de materias: como hacer un soufflé, como hacer una granja en Minecraft, como hacer una aplicación sencilla en React, hacer el dobladillo a unos pantalones o dar tus primeros pasos en Javascript.
Empresas como Coursera (2012), Udemy (2009), EdX (2012), etc. llevan muchos años ofreciendo tutoriales, ejercicios o vídeos a través de los cuales iniciarse en el mundo de la programación. Muchos de nuestros exalumnos consumen asíduamente contenidos, como los que expertos en programación web como Miguel Ángel Durán o Joan Leon publican en Youtube o los contenidos de pago de Codely.tv (2015), EggHead (2013), entre muchos otros.
La formación asíncrona es interesante porqué permite autoformarse en cualquier momento y, teniendo cierta base en una materia, consigue ser una forma eficiente de adquirir nuevos conocimientos. Como modelo de negocio ofrece, además, una escalabilidad muy alta, permitiendo llegar a multitud de públicos de distintos países ya que no tiene barreras geográficas ni de tiempo. La aparición y crecimiento de los LMS (Learning Management Systems) como PathWright (2012) ha sido una muestra de la necesidad crecientes de eliminar barreras en la distribución de contenidos formativos.
Por otro lado, este tipo de formación sigue una explicación lineal (el vídeo está grabado y es inamovible) y se adapta poco a las necesidades de los estudiantes que puedan tener algún tipo de duda, necesiten aclaraciones, etc. En el momento de realizar prácticas (básico en programación), este tipo de modelos ofrece muy poco o ningún soporte a la correción de los ejercicios y mentorización de los alumnos. Un ejemplo claro de este handicap es la bajísima tasa de finalización de los MOOCs (Massive Open Online Courses).
Es relativamente sencillo encontrar unidades formativas pequeñas, pero es difícil poder encontrar programas que cubran temarios extensos de forma coherente. Además es complicado encontra la mejor oferta formativa de entre tantas posibilidades.
Finalmente, no suelen fomentar el aprendizaje en grupo, ya que cada usuario consume los contenidos en distintos momentos, las sinergias entre los usuarios no se producen y el conocimiento no fluye entre ellos.
Formación síncrona
La formación síncrona es la que se produce con los profesores y los alumnos a la vez. Un ejemplo sencillo es la formación tradicional (alumnos en una aula y el profesor imparte las materias), los seminarios o, utilizando un modelo más online, las clases que ISDI Coders está ofreciendo a través de Zoom durante el confinamiento.
Liderado por un docente que sepa sentir al grupo, la principal ventaja de este modelo es la posibilidad de adaptación. Por un lado, permite adaptar el temario y el ritmo a las necesidades de un grupo: acelerar en materias que el grupo incorpora con más facilidad y frenar o tomar caminos alternativos si el grupo requiere aclaraciones.
Aunqué síncrono, la distancia levanta ciertas barreras en el flujo de resolución de incidencias: a veces cuesta que los alumnos verbalicen sus problemas y el diagnóstico en remoto no es tan ágil como en presencial. Es muy importante que el alumnado sea consciente de este hecho y se esfuerce en dar constantemente visibilidad de su situación. Durante estos meses, ISDI Coders ha doblado la estructura de profesores asistentes quienes, durante 8 horas al día, aseguran que las dudas no duran más de lo educativamente necesario. El ratio de profesores por alumno ha pasado de 1-7 a 1-4. De este modo, conseguimos conocer en cada instante la situación de cada alumno, y tardar muy poco entre que una duda se genera y su resolución. Además, las interacciones pueden ser frecuentes, corrigiendo aspectos de forma, arquitectura, planteamiento, etc. En una época de distanciamiento, tenemos que estar más cerca que nunca.
Este modelo permitiría incorporar bastantes más alumnos que un modelo solo presencial, pero implica aumentar las estructuras de profesores asistentes. Este crecimiento puede llevar a dos problemas que afectan al rendimiento final de los estudiantes: la creación de subgrupos que no fomentan la cohesión de un único equipo y, por otro, el aumento de interrupciones en las sesiones formativas que puede ralentizar el avance del grupo. Si el bootcamp de ISDI Coders solo se supera en equipo, no podemos plantear en ningún caso modelos que lleven a la dispersión de sus miembros.
Formación presencial
La formación presencial tiene muchas ventajas para formación intensiva de alto rendimiento como el bootcamp de programación de ISDI Coders. La experiencia se maximiza y supone una inmersión total en programación… pero también tiene sus desventajas!
Trasladarse cada día a la escuela supone, en la mayoría de casos, almenos una hora de transporte al día. Algunos de nuestros estudiantes vienen de fuera de la ciudad y dedican dos e incluso tres horas de transporte cada día, lo que les supone menos tiempo de estudio de calidad o trabajo en equipo. Otros se trasladan a la ciudad y el coste de alquilar una habitación se añade al precio que han pagado por el curso.
La mayoría de ellos se quedan en ISDI Coders hasta altas horas de la noche para aprovechar las sesiones de estudio y trabajo en equipo, dedicando los momentos de traslado para practicar o estudiar por su cuenta.
Puestos a buscarle el lado positivo, los trayectos de ida y venida sirven para airearse, estirar las piernas, etc.
¿Formación o preparación para un empleo?
Efectivamente, la situación de confinamiento ha puesto luz sobre el futuro del trabajo en remoto. Es completamente cierto que la profesión de programador es una de las primeras que, de forma natural, ampliará las ofertas de trabajo desde casa, pero no es tan fácilmente trasladable a la fase de preparación para la profesión.
Es muy importante entender que el sector se regirá por los mismos principios que antes del confinamiento por el COVID-19: las empresas no van a rebajar su nivel de exigencia. Hay que garantizar el nivel educativo. Es una gran oportunidad para aquellos que hayan optado por realizar este camino a través del método de ISDI Coders: con la misma exigencia que en ediciones anteriores.
Desde sus inicios, ISDI Coders ha puesto su foco en la generación de la mejor versión de un programador junior para la industria de Barcelona. Hemos adaptado la estructura y los procesos para garantizar que la calidad de los alumnos que llegan al mercado laboral a través de ISDI Coders no se vea afectada.
Entendiendo la situación actual, en la que algunos potenciales alumnos no podrán desplazarse a Barcelona para asistir a nuestros cursos, ISDI Coders ofrecerá durante unos meses cinco plazas para alumnos que quieran acompañarnos en formato remoto y el resto serán presenciales tan pronto como la situación sanitaria nos lo permita.
Sopensando los pros y los contras de cada uno de los modelos, creemos que merece la pena sacrificar horas de sueño durante 11 semanas para conseguir alcanzar el máximo de cada uno y entrar a una nueva profesión con todos los requisitos que se necesitan para prosperar en el sector.